PENSAMIENTOS INUTILES



Pensamientos Inútiles

Un día cuando los corazones no estén solos sino yertos, alguien removerá mis líneas y descubrirá el amor que llevaba dentro .... Un día la música gritara sola y el recuerdo no le escuchara. Un día cuando, cuando el tiempo tenga este tiempo, no sonara sorda la historia con mis pensamientos. Un día serán otros los corazones no yertos, los que removerán mis líneas descubriendo que no, no estoy muerto. Y serán la historia y mis pensamientos los que le griten al recuerdo, que ya tuyo, no es mi tiempo, mi corazón ya ha muerto, murió en espera ... en espera de tu tiempo.

Luis Fernando Rosas S.





"Aunque nadie ha podido regresar y hacer un nuevo comienzo......cualquiera puede volver a comenzar ahora y hacer un nuevo final..."





miércoles

AMOR Y DESGRACIA, SUICIDIO Y DESTINO

No te preocupes por mi, no estoy al borde del suicidio, el revolver en mi cien es para calibrar mi oído






AMOR Y DESGRACIA,
SUICIDIO Y DESTINO




DERECHOS DE AUTOR: http://yourcocktail.wordpress.com/2008/08/25/sobre-el-suicidio/




María había pensado varias veces en quitarse la vida.

Sentía que no tenía caso seguir.

Creía que sería fácil desaparecer.

Muy temprano en la mañana se paró sobre la pequeña bardita de la azotea del edificio en el que vivía.

“Si me aventara, nadie se daría cuenta”,-pensaba en silencio.

Las lágrimas le recorrían las mejillas, pálidas. El cabello maltratado se le pegaba en la cara. El viento soplaba con fuerza. María miró hacia abajo. Los coches avanzaban con fluidez.

Eran las cinco y media de la mañana.

Levantó los brazos, y al sentir que perdía el equilibrio ligeramente, dio un brinco hacia atrás.

Respiró asustada. Respiró profundamente.

Su mano estaba sobre su pecho. Se asomo hacia abajo de nuevo. Imaginó aterrorizada su cuerpo cayendo desde la azotea, al arroyo vehicular.

Tal vez se hubiera partido en dos al golpear un auto.

Tal vez se hubiera deshecho literalmente al golpear el asfalto.

María reparaba en todo esto, cuando una vecina subió a quitar del tendedero el uniforme de su hija.-María, ¿Qué estás haciendo?-la vecina sospechaba lo que María casi había hecho.

-¿Por qué no bajas conmigo?-María asintió. Antes de cerrar la puerta, la vecina le dijo que si necesitaba algo, no dudara en preguntar.

Aún así, los deseos de muerte regresaron. Pasados unos días, María recordó que su hermano tenía un revólver escondido en algún lugar de su casa.

Fue a visitarlo dos días después.

En algún momento durante la cena, María fingió ir al baño, y encontró el revólver en el cajón donde sabía que su hermano guardaba cosas secretas desde pequeño, y lo hacía ahora de casado: el de la ropa interior.

María lo guardó en su chamarra. Regresó a la mesa y se excusó.-Me duele el estómago.-Su hermano y su cuñada la acompañaron a la puerta.

Se negó a que su hermano la acompañara hasta su departamento. En el camino, pensaba en cómo lo haría. Se sentaría en el baño, y se daría un tiro. Ahí sería difícil que alguien escuchara, y por lo siguiente, que la pudieran salvar, si es que habría forma de salvarla de un tiro en la cabeza.

A las tres de la mañana, la vecina que no podía dormir, escuchó algo en el departamento de María.

Llamó a la policía, trajeron una ambulancia. Veinte minutos más tarde María se debatía entre la vida y la muerte. La bala había tocado un lado de su cerebro.

Pasó diez días en coma, y despertó. Cuando despertó, no podía creer lo que se había hecho a sí misma.

El doctor la envió al área de psiquiatría y permaneció ahí dos meses más.

María había cambiado su perspectiva de la vida. Platicó sobre sus nuevos planes con sus hermanos y sus padres.

El día que María abandonó el hospital salió por su propio pie.

El sol brillaba, el cielo era azul, las nubes parecían dibujadas sobre un gran lienzo azul.

Los pájaros cantaban, los árboles eran verde intenso y una mariposa captó la atención de María, la siguió, viendo cómo volaba libre.

María sonreía, como hace mucho tiempo no lo hacía. De pronto, un gran estruendo se escuchó entre la séptima y la novena avenida.

Un cuerpo inerte yacía en el asfalto. Era María, que al perseguir a la mariposa, no se fijó al cruzar la calle, un auto pasó, la aventó.

María murió instantáneamente.

Lo que deseó por mucho tiempo atrás.

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